Yo no tengo ni puñetera idea de música, eso es cierto. No tengo ni oído, ni educación y mis únicos intentos de aprender a tocar la guitarra fueron sendos fracasos. Pero me mola mucho y tengo claro que en cualquier manifestación artística hay varios niveles de disfrute. El mío probablemente sea muy primario pero es el que es. La otra cara es que, a cambio, escucho bastante, no me cierro a cosas nuevas y voy, relativamente, a un número importante de conciertos. ¿Y a qué viene esta historia? Pues a que salgo de ver a Electric Buffalo y lo hago emocionado. De verdad, que no se me ocurren muchos grupos capaces de brindar las dos horas con las que estos fieras acaban de reventar una Gong por lo demás hasta arriba de gente. Los teclados de Sam Rodriguez visten las canciones de unas texturas increíbles, la base rítmica de Tutu y Willon es una apisonadora cuando debe serlo y un acompañamiento perfecto cuando toca. De Calle es un baterista con unos recursos que trascienden lo que aparenta. Y luego está lo de Alvaro Barcena, con una capacidad y versatilidad vocal cada vez mayor y una manera de tocar la guitarra que, siento repetirme, no soy capaz de encontrar mucho parangón. Gusto, clase, alejado del virtuosismo esteril pero con algunos solos antológicos. Y todo junto, funcionando engrasado y con la dosis justa de imperfección propia de un directo. Y por si fuera poco, subiendo a invitados de lujo… Y todo, claro, con canciones. Porque estos tipos acaban de sacar un disco extraordinario, pero detrás tenían otros dos notables. Así que pueden permitirse dar un show de dos horas con una sola versión (la ya innegociable Like a blind…de los Mule) y que aún así eches en falta algún tema. Y eso que recuperaron Walk on thin ice, con ese slide de Álvaro que me retrotrae al de Mick Taylor en Sway. En fin, momentazo tras momentazo como ese con Silvia Fernández (otra a la que hay que dar de comer aparte, que manera de tocar la guitarra también) y Barcena marcandose una Jam que ya quisieran Tedeschi y Trucks. Virtuosismo, garra y espacio para la emoción como con ese Patrolman precioso y sin necesidad de añadirle nada con discurso alguno. No me enrollo más y tampoco voy a caer en el tópico ese de “Si hubiera justicia esta banda…”...Pero, aún desde el desconocimiento, que barbaridad de noche y que agradecido salgo de vivir algo así. Por muchos más!

Extraordinarios. Impresionantes. No hay palabras.

Gran banda, muy buen sonido, buen ambiente y mucho calor, perfecto para un gran concierto

2 horazas de música